jueves, 25 de abril de 2024

LA ÚLTIMA BALA DE SÁNCHEZ: “CURRARSE LA PÁGINA DE LA PENA”

Así se llama en términos carcelarios, así se llama el último intento de mejorar la situación durante una condena: “currarse la página de la pena”. Es lo que está haciendo Pedro Sánchez con su carta en la que “estudia dimitir por amor a Begoña”. En realidad, si se lee la carta, se percibe con mucha más claridad que intenta polarizar aún más al país. De hecho, desde la presentación (“Carta a la ciudadanía”) se percibe que esta carta no es más que la apertura de la campaña electoral en Cataluña y en las europeas. Podemos estar, claro, equivocados y, a fin de cuentas, lo que pretenda Sánchez es “librarse de tanto sufrimiento” por los ataques que se vienen repitiendo contra él y su mujer -justificados, por otra parte- en los dos últimos meses. Veamos las distintas alternativas.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA AFIRMATIVA

No puede olvidarse el contexto en el que ha aparecido esta carta, caracterizado por:

A.- La reapertura en Francia de la investigación sobre las filtraciones del programa Pegasus: si bien en España, Sánchez controla a la fiscalía, no puede hacer nada contra una investigación iniciada en Francia. En España, la filtración de Pegasus se llevó por delante a la directora del CNI. Poco más. Y la cuestión es muy grave, de hecho, es gravísima: un país, inicialmente “amigo” -Marruecos- utiliza un programa para espiar las conversaciones telefónicas del gobierno español. Desde que se supo, el problema no es el hecho en sí, sino lo que “sabe” la inteligencia marroquí sobre Pedro Sánchez.

Pegasus es importante y significativo por dos elementos:

1) Fue a partir de entonces cuando cambió significativamente la política del gobierno en relación al Sahara, mostrándose favorable a Marruecos y rompiendo con Argelia. La política de apoyo a la resolución de la ONU que proponía un referendo para la población saharaui, había sido constante y tradicional en todos los gobiernos de España desde la transición. Romperla, implicaba también, ofender a Argelia, primer exportador de gas natural a España, en el peor momento: cuando había estallado el conflicto ucraniano. El cambio de política sobre la cuestión del Sáhara era, por tanto, injustificable, contrario a los hábitos diplomáticos y opuesto en sus consecuencias a los intereses de España.

2) Pegasus es un programa espía de patente israelí, aupado por el Mosad. Este elemento es importante: la crisis actual coincide con un momento en el que Sánchez -huyendo de su creciente impopularidad en España- ha asumido el rol de “misionero internacional para el reconocimiento del “estado palestino”. Esto le ha supuesto un aumento de su prestigio en la escena internacional, pero también el odio eterno de Israel. En realidad, el Mosad, lo que ha hecho con Pegasus no ha sido otra cosa que extender su influencia en dirección a otros servicios de inteligencia internacionales. El de Marruecos, por ejemplo. Es posible, incluso, que el propio programa, en su concepción, permita a Israel acceder a los mismos conocimientos que obtiene quien lo ha comprado. Si esto es así -y es muy posible que lo sea- lo que “sabe” Rabat de Sánchez, lo sabría también el Estado de Israel.

B.- La comisión de investigación sobre el “Caso Koldo” en el Senado. La endiablada situación política española después de que el PP se impusiera en votos y escaños en las pasadas elecciones, pero Sánchez consiguiera el apoyo de los partidos de izquierda, nacionalistas e independentistas para ser elegido presidente, a cambio de realizar concesiones ilimitadas, ha precipitado el que, tras conocerse el “Caso Koldo” se creara una “comisión de investigación” en el Senado, controlado por el PP. A pesar de las limitaciones de estas comisiones (y de que, hasta ahora, nunca han aclarado nada) , lo cierto es que la comparecencia de Salvador Illa hizo que aumentaran las sospechas de complicidad de la presidencia en la “trama Koldo”. Este hecho no se escapó a los periodistas que constataron la inseguridad con la que Illa contestó algunas preguntas y no estuvo en condiciones de responder satisfactoriamente al hecho de que recibiera en su despacho ministerial a alguien como ”Koldo”, que no era oficialmente, más que un chófer-guardaespaldas de otro ministro. 

Y esto es importante por dos factores:

1) Por que Illa es el candidato que encabeza la lista en las próximas elecciones autonómicas a Cataluña a celebrar en el mes de mayo. La declaración ante el senado y las reacciones de la prensa, inevitablemente suscitarán una caída en sus expectativas de voto. Sánchez, con su amenaza de dimisión, habría querido recuperar el terreno perdido, especialmente con sus socios parlamentarios (ERC se mostró muy hostil a Illa en la comisión).

2) La amenaza de dimisión, también era una forma de decirles: “Si me voy yo, os quedáis sin amnistía y el que venga detrás, seguro que no es da tantas facilidades como os doy yo”. Así trataría de evitar, de una vez por todas, nuevos chantajes parlamentarios por sus socios en cada votación. Y si los socios valoran la situación verán que, con un PP en la Moncloa, condicionado por los votos de Vox (aunque no formara parte del gobierno), la situación de privilegio de la que gozan nacionalistas e independentistas, concluiría abruptamente.

C.- Ni el “Caso Begoña”, ni el “Caso Mascarillas” han concluido. En ambos casos, la prensa está en estos momentos trabajando en distintas líneas. Estas investigaciones llevan su tiempo. Ningún medio está dispuesto a jugarse una querella multimillonaria por difamación, ni del presidente, ni de Begoña, ni de los ministerios afectados por estos casos. En otras palabras: de la misma forma que, judicialmente, estos casos están solamente en sus primeras fases de investigación, en lo que se refiere a los medios de comunicación, hay mucho más material todavía no publicado (y que, sin duda, irá deslizándose por goteo en las próximas semanas y meses) que comprometería gravemente la posición y las afirmaciones del gobierno. 

Todo esto es importante por dos factores:

1) En el “Caso Koldo” están implicados altas autoridades del Estado (la número tres del Estado, la presidenta del Congreso, Francina Armengol que durante la pandemia era presidenta de la Comunidad Autónoma Balear), varios ministerios y varios presidentes de comunidades autónomas entonces gobernadas por el PSOE. Pero todavía es más grave el contexto en el que se produjo el “caso”: una pandemia que el propio gobierno, tras la manifestación feminista del 8 de marzo, declaró el “confinamiento”, generó una campaña de terror primero en torno a la peligrosidad del virus, aplicó los protocolos de la OMS para tratar la enfermedad (que hoy se tiene la convicción de que contribuyeron a aumentar la víctimas) y, para colmo, recomendó una vacuna (no obligatoria pero sí en la práctica para aquellos que querían viajar al extranjero y para los trabajadores de empresas importantes) cuyas secuelas explican la inflación de muertes que se ha producido con posterioridad y, que el propio ministro Illa promocionó mostrando una fotografía de “cómo se vacunaba”… a pesar de que declaró en la comisión de investigación del senado que él “no se había vacunado”.

2) El “Caso Begoña”, abierto por un juzgado madrileño después de una denuncia de “Manos Limpias”, es inédito en la historia política del mundo civilizado. Todas las mujeres de presidentes, simplemente, o no habían actuado en política o si habían actuado era presentándose como candidatas en una lista electoral (casos de la esposa de Felipe y de la esposa de Aznar). Pero el hecho de que Begoña correteara en once ministerios del gobierno de su marido y obtuviera buenos contratos, subvenciones y beneficios para empresas que “asesoraba” resulta inédito en cualquier concepto democrático. A eso se le llama sospecha de “tráfico de influencias”. Sospecha, por otra parte, fundada. Siendo todavía más grave porque en algunos de los casos investigados las subvenciones eran con fondos europeos. Y, el problema para Sánchez es que las gestiones de su esposa fueron realizadas con una sensación total de impunidad y dejaron rastros suficientes (de momento, dos cartas firmadas por ella, de “recomendación”) que permiten seguir la pista con facilidad.

D.- El fracaso del contraataque socialista ante la corrupción. A partir de conocerse el “Caso Koldo” y sus ramificaciones y despuntar las primeras informaciones del “Caso Begoña”, los socialistas cometieron un error doble de comunicación: en primer lugar, desempolvaron casos ya vistos y juzgados de corrupción que afectaban al PP. Era una forma de decir “y tú más” y creer que así se desactivaba la información. En segundo lugar, trataron de crear un caso que afectara al PP allí en donde más le duele a Sánchez: en Madrid. Aprovechando que Isabel Díaz Ayuso era uno de esos empresarios oportunistas a la caza de buenos negocios a la sombra de la administración, el PSOE creó el “Caso Ayuso-Mascarillas”, pensando que contrapesaría al “Caso Koldo”. Sin embargo, la desproporción entre los dos casos pronto fue evidente: las acusaciones contra González Amador, tenían que ver con impagos a hacienda por ventas de mascarillas, antes de que fuera pareja de Díaz Ayuso. Y, además, ya se había pactado con Hacienda la resolución del caso para evitar el juicio. Aquí, fue donde se comprobó también la colaboración del Fiscal General en la ofensiva del PSOE, filtrando fría, deliberadamente, datos sobre un ciudadano privado que había reglado su situación con Haciendo. No había más vuelo para el “Caso Ayuso-Mascarillas”. De hecho, jamás existió. Mientras, se seguían filtrando más y más datos sobre los casos “Begoña” y “Koldo”. 

Y esto es importante por dos elementos:

1) El fracaso del “y tú más” y el poco recorrido de los ataques contra Díaz Ayuso, evidenciaban la necesidad para el PSOE de cambiar de estrategia, pero también el reconocimiento de que, a medida que avancen los trámites judiciales, la situación empeoraría para los procesados. Y el resultado final sería una agonía mediática que implicaría el agotamiento electoral del PSOE, imposible de compensar -a la vista del aumento desmesurado de la deuda pública española en los tres últimos años y de la negativa de la UE a crear “bonos de deuda europeos”- con la “naturalización” de unas cuantas decenas de miles de inmigrantes. El problema es que, a la vista de lo que se ha publicado sobre estos casos de corrupción, de lo que los medios están investigando en este momento y de lo que el propio Sánchez conoce y que aun no ha salido a la superficie, era imposible afrontar un contrataque eficiente.

2) El último error de Sánchez ha sido precisamente su “carta” en el que amenaza con su dimisión. La carta es hoy primera plana en todos los medios de comunicación europeos que, gracias a ella, además de referenciarla se han visto obligados a explicar lo que está siendo el “Caso Koldo”, el “Caso Begoña”, los avances mediáticos y judiciales, la comisión de investigación del Senado, etc, elementos todos ellos que habrían pasado desapercibidos para la opinión pública europea, de no ser por la dichosa “carta”. Esto hace que, cada vez más, las puertas de la UE se le vayan cerrando al pedrosanchismo. El electorado alemán y, mucho más especialmente, los gobiernos europeos de derecha, empezando por el italiano, van a permitir que llegue a España un solo euro comunitario que tiene muchas posibilidades de ser empleado en no llegar a los destinos para los que ha sido enviado, y perderse en los bolsillos próximos al gobierno español.

E. La mala situación general económico-social de España. Mientras la UE había habilitado planes de “reactivación” económica posteriores a la pandemia, mientras se podían enmascarar las cifras y alardean de que la economía española “iba como una moto”, trucando incluso las cifras del pero, acallando el descontento social con promesas electorales y la demencial política de inmigración insuflando más y más fondos para la “integración” de los inmigrantes, regando a ONGs mafiosas con más y más millones para que ejecutaran su tarea de “taxis” para aumentar el número de inmigrantes, y mientras una parte de los medios recibía jugosas subvenciones a condición de difundir “beneficios” de las políticas gubernamentales y ocultar las cifras problemáticas (el déficit que ha llegado en marzo de 2024 a 1,6 billón de euros), Sánchez podía mantenerse en la Moncloa. Pero, en los últimos meses, el aumento de la criminalidad -especialmente de los delitos más graves: violaciones, asesinatos y robos con violencia-, la constatación de que zonas del país, en el sur, ya están en manos de las mafias de la droga y de que estas actúan impunemente, ante la mirada indiferente de Marlaska, y por ahí pasa, no solo hachís e inmigración, sino también toneladas de cocaína llegada a Marruecos, el cambio de actitud alemana hacia la entrega de fondos al gobierno español, el malestar por el aumento de una inmigración innecesaria, incontrolada y peligrosa, las molestias insólitas que esto crea en el día a día de la sociedad a causa de sus costumbres culturales y antropológicas que no están dispuestos a renunciar, la demostración de que la cifra de parados está un millón por encima de las cifras oficiales, el hundimiento en la venta de pisos, de coches eléctricos, los intentos del gobierno de controlar más y más empresas del Ibex, etc, etc, etc. Todo ello pinta un cuadro catastrófico del país. 

Esto es importante por dos factores:

1) Todo esto, quizás, por separado, pudiera tener alguna solución (ser enérgico en la lucha contra la delincuencia, repatriaciones masivas empezando por inmigrantes que hayan cometido delitos, austeridad en el gasto público, reducción de las dimensiones de la administración, etc), pero juntos son de imposible solución especialmente para un gobierno en minoría y con problemas de autoridad, corrupción, dependencia de socios parlamentarios verdaderos chantajistas. Y, el gran problema es que, antes o después, está situación se evidenciará en toda su crudeza (como ha ocurrido en Argentina: “no hay plata”). El cambio de actitud de la UE en relación a España y el cierre del grifo han marcado ese momento en el que el realismo tenderá a imponerse y los “hombres de negro” exigirán medidas drásticas que afectarán, especialmente, a las pensiones, generando un vuelco en las intenciones de voto.

2) El nivel de la deuda española es tal que no solamente compromete el desarrollo y las inversiones en los próximos años, sino que supone una losa para las futuras generaciones y esto en un país multiétnico en el que los nacidos fuera de España y sus hijos, son ya la cuarta parte del total de la población. Ni en las elecciones generales de 2023, ni en las autonómicas que se están celebrando desde enero, ningún partido -salvo Vox- han hablado de lo que debería ser el primer punto de un programa de gobierno responsable: “reducción del gasto público”. De entre todos los rubros, la estructura autonómica del Estado y el gasto global generado por la inmigración (incluidos los gastos judiciales, policiales, los subsidios, el coste de los MENAS y de su mantenimiento, etc), junto con el dinero que se filtra en las redes de corrupción y la financiación de chiringuitos en forma de ONGs, constituyen las partidas mayores de las que podía prescindirse… si el gobierno tuviera autoridad y voluntad. Pero carece de ambas cosas.

Pues bien, el reconocimiento de todos estos elementos, son los factores que avalan una respuesta afirmativa a la pregunta de si la carta de Sánchez amenazando con dimitir evidencia una voluntad auténtica. Todo lo dicho anteriormente son factores problemáticos y de casi imposible solución y, por tanto, avocan al pedrosanchismo a una larga agonía. El presidente con su carta anunciando que “medita su dimisión hasta el lunes”, no habría hecho otra cosa que reconocer la triste realidad de un gobierno -su gobierno- que ha fracasado estrepitosamente y que deja al país en una situación caótica y polarizada. Ahora bien…

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO LO QUE AVALA UNA RESPUESTA NEGATIVA

… Dejar las cosas así es no reconocer ni lo que es el pedrosanchismo, ni los rasgos de su dolencia psicológica: un psicópata nunca reconoce sus errores, son los otros los que cometen errores, son los otros los que no le dejan hacer lo que él quiere, son otros los que le impiden realizar su ego. Y, allí donde una persona normal dimitiría, Pedro Sánchez, arrastrado por su conformación mental, tenderá a llegar hasta el final. No es que prefiera “morir matando”, es que prefiere que “muera todo un país, a dimitir”. Desgraciadamente, la democracia electoralista es, más que cualquier otro régimen, aquel que presta más facilidades para que un psicópata llegue al poder. Le permite utilizar su altísima capacidad para la mentira, para encandilar momentáneamente al electorado; apoyado por los medios, transmite un look de sí mismo que es, como el look de todos los psicópatas, artificial y que tarda poco en diluirse. Sitúa su ego por encima de todos los demás, no siente -no puede sentir- ningún tipo de empatía con nadie: ni con su esposa, ni con su partido, ni con su país, ni con sus partidarios. Y si hay rastros empáticos se trata solamente de simulación. Estas pulsiones negativas aumentan desde el momento en que se ve atacado, ridiculizado, insultado, silbado en sus apariciones públicas. Su bilis se multiplica y su odio aumenta. Piensa estrategias para combatir a sus adversarios, pero el psicópata no suele ser muy inteligente: su Ego le impide ver la realidad y actuar razonablemente ante ella.

No creemos, por tanto, que Sánchez vaya a dimitir. Todo lo dicho en el parágrafo anterior, valdría para que una persona normal, simplemente, se suicidara (el presidente de Brasil, Getulio Vargas, lo hizo cuando estalló un ínfimo caso de corrupción que aquí no pasaría de un juicio de faltas; el presidente boliviano Germán Bush, así mismo, se suicidó al ver que encontraba dificultades creciente para imponer su proyecto político; incluso en 1993, un correligionario de Sánchez, Pierre Bérégovoy, primer ministro del gobierno del presidente Mitterand, se suicidó al saberse que había recibido un préstamo de un millón de francos para comprarse un apartamento…). Pero estos precedentes no valen para Sánchez. Está hecho de otra pasta.

Así pues, la carta de Sánchez amenazando con dimitir puede estar motivada por cinco intenciones que, en el fondo, son una: la decidida voluntad de aferrarse, con uñas y dientes, al cargo, de situar su ego por encima de los intereses de su partido, de su país y de las generaciones futuras. Estas intenciones son:

1) “Currarse la página de la víctima”.- Se trata de un cambio de estrategia: dado que la campaña del “y tú más”, ha mostrado una eficacia muy limitada; dado el fracaso de su ofensiva contra la presidenta de la Comunidad de Madrid; dada la certidumbre de lo que puede ir apareciendo, Sánchez ha optado por presentarse como víctima: él y Begoña. Sería como uno de esos personajes del cine negro, el “falso culpable” que es perseguido, amenazado, encarcelado, pero que, al final logra demostrar su inocencia. En sus contactos con el independentismo, ha comprobado que el victimismo tiene su público y que, por el simple hecho de presentarse como víctima, él y su pareja se hacen acreedores de apoyo, cariño y ternura.

2) Movilizar voluntades.- La oposición, desde el inicio de la legislatura, aprovechando el asunto de la amnistía a Puigdemont y a los indepes catalanes, ha realizado varias movilizaciones masivas. Sánchez, en todo este tiempo, cada vez que Sánchez ha asistido a algún acto público se ha visto abucheado e insultado: “Por siete votos tienes el culo roto”, no ha sido una excepción, sino la postrera muestra del “fervor popular” que le rodea cada vez que sale de la Moncloa. No hay más abucheos porque la guardia de corps de Marlaska sitúa las barreras para el público a 200 y 300 metros de donde se encuentra el presidente. Era necesario que sus partidarios tuvieran una ocasión de mostrar su apoyo al presidente. Y esa es otra de las cosas que busca: una riada de “adhesiones inquebrantables”.


3) Poner a sus socios ante el abismo.- Con un Puigdemont que repite que tiene “cogido por los huevos” a Sánchez, con una ERC que repite que “el gobierno hace lo que nosotros queremos”, con un Bildu que se jacta del reconocimiento público y el blanqueo que le depara Sánchez, todos los cuales están dispuestos a apoyarle en cada votación siempre y cuando reciban algo a cambio, es evidente que no puede cerrarse, ni los presupuesto de 2024, ni siquiera la legislatura. Por tanto, Sánchez habría decidido plantear un órdago a sus socios: “Si me voy, vosotros caéis también”, “Si me voy, no habrá amnistía”, “Si me voy, la posibilidad del federalismo se aleja para siempre”.

4) Polarizar a la sociedad española.- Este elemento siempre ha estado presente desde el inicio de esta legislatura, pero en su carta, Sánchez lo convierte en uno de los elementos centrales: él es el que cierra el paso a la derecha (“No pasarán”), él es el que defiende el progreso frente a los “extremistas de derecha”, olvidando que, las revelaciones en su contra, una vez más, no han sido difundidas ni por la “derecha”, ni por la “extrema-derecha”, ni por el “fascismo”, sino por medios de prensa independientes y no sometidos a su férula. Sabe que si convence a la sociedad española de que existe una “galaxia fascista” que conspira contra él, es susceptible de obtener el apoyo de la otra parte de la sociedad en forma de izquierdas, nacionalistas e indepes. Una vía peligrosa que conduce directamente a la guerra civil.

5) Impedir un descalabro de la izquierda en las elecciones europeas.- Sánchez piensa en el futuro. Es consciente de que la izquierda europea va a sufrir un revés importante en las próximas elecciones europeas de junio. Si logra que la candidatura socialista mantenga sus posiciones en España, piensa que, así podrá dar el salto a Europa y convertirse en líder de la izquierda europea. Tenía esa ambición en Iberoamérica a través del Grupo de Puebla, pero las constantes derrotas en los dos últimos años de esta opción (que ha perdido el poder en unos países -Argentina, Portugal, Ecuador, Perú, Salvador- y se muestra completamente deteriorada en otros -Chile, Colombia, Brasil-), le inducen a mirar de nuevo en Europa. Y lo está intentando a través de esa “misión” diplomática que se autoarrogado para el reconocimiento del “estado palestino”.

¿SÁNCHEZ VA DIMITIR?

TODO ES POSIBLE EN EL PEDROSANCHISMO

Hace poco decíamos que Sánchez gobierna porque 7.821.000 españoles, de mayores, les gustaría ser como él. Mentiroso, desplazándose en Falcon a comprar tabaco, entre lujos orientales, acumulando patrimonio, sin escrúpulos de ningún tipo, habiendo logrado su proyecto personal por encima de cualquier cosa… Por eso le votan. Sánchez no es un accidente en la historia de España, es el resultado de la entronización de un modelo humano promovido desde los años 80. No debe extrañarnos nada de lo que haga o decida. De hecho, no decide él, sino sus vísceras.

Pero la cuestión es si la carta refleja una actitud real o bien es mera simulación.

Tendemos a creer que es ambas cosas a la vez: incluso los psicópatas de manual experimentan momentos de flaqueza, se sienten vacíos, perciben el odio que generan y la situación que les lleva a un callejón sin salida. Algo de todo esto se refleja en la propia carta. Pero, junto a esto, las vísceras de Sánchez reaccionan y aspiran a la “solución final”: o él o el caos. Para seguir debe suscitar entusiasmos en sus partidarios, miedo en sus aliados y salidas de tono en la oposición. Debe conseguir hacer creíble su mensaje, desplazarlo del agujero de corrupción en el que se encuentra su partido y su núcleo familiar, “currándose la página de la pena”.

Se ha dado un tiempo para pensar. En el curso de estos cuatro días, del 25 al 29, veremos las reacciones de los medios y de la sociedad, de sus partidarios y de sus detractores. Pero todo esto servirá de poco: actuará según sus vísceras. Incluso aunque amagara con dimitir, unas horas después podría cambiar de opinión.

Sánchez no necesita asesores, precisa psiquiatras. Y este país también.





martes, 23 de abril de 2024

CRÓNICAS DESDE MI RETRETE: 7.821.000 ESPAÑOLES SON PEDRO SÁNCHEZ

Llevo unos días preguntándome por qué los españoles siguen votando a Pedro Sánchez. No hace ni dos días, su candidatura obtuvo 7.821.000 en las elecciones generales de 2023, y hace unos días, en las autonómicas vascas, la lista socialista se vio apoyada por 144.000 electores. Y esto ocurre a estas alturas, cuando llevamos cinco años de pedrosanchismo y todos datos socio-económicos y demográficos van a peor. A mucho peor. Hemos superado el billón seiscientos mil millones de endeudamiento. Ya empieza a correr el rumor -desde el gobierno- que va a ser necesario reducir las pensiones de jubilación. Estamos a la cola de Europa en casi todo. La inseguridad jurídica, antes o después, colapsará las ventas de viviendas, de la misma forma que la inseguridad ciudadana terminará colapsando el turismo. Se envía a la cárcel a gente que ha defendido su hogar y se premia a delincuentes con aplazamientos de juicios, reducciones de condenas y con cárceles convertidas en hoteles de tres estrellas. Nadie entiende la política del gobierno en relación a Marruecos, la clase política sigue teniendo impunidad… el país va mal, rematadamente mal, mal como en ninguna otra época de su historia reciente. Sin olvidar la pandemia, ni toda la coña del “cambio climático” o de la “Agenda 2030”… Y, con todo, en la “era de la información”, cuando todos tenemos al alcance de la mano datos suficientes para tener una imagen muy clara de lo que está pasando y de sus responsables, Pedro Sánchez sigue teniendo 7.821.000 votos y 144.000 vascos siguen votando sus colores… ¿Por qué?

La respuesta está muy clara: porque esos millones de españoles (y “nuevos españoles”) se identifican con Sánchez, son como Sánchez o desearían ser como él. ¿Qué supone “ser como Sánchez”? Respuesta: seguir un código de doce principios

1.- Carecer por completo de cualquier valor y creencia.

2.- Anteponer lo propio a cualquier otro interés, incluso del Estado.

3.- Tener una capacidad para mentir sin experimentar el más mínimo reparo.

4.- Hacer de la mentira -incluso de la mentira innecesario- una práctica cotidiana y normal.

5.- Saber ocultar las propias debilidades proyectar un look positivo de uno mismo.

6.- Tener una increíble habilidad para trapacear y salir una y otra vez indemne.

7.- Hacer en privado lo contrario de lo que se dice en público.

8.- No asumir ningún error, porque son los “otros” quienes los cometen.

9.- No manifestar el más mínimo sentimiento ante las desgracias de toda una nación.

10.- Elegir colaboradores y amigos en razón de su fidelidad perruna y no de su competencia.

11.- No pensar absolutamente en el futuro propio y en el de su comunidad.

12.- Adaptarse a las circunstancias encontrando argumentos justificativos para giros de 180º

“LA LEY DE LAS AFINIDADES” Y EL “PRINCIPIO DE HANLON”

Eso es Pedro Sánchez, ese es el pedrosanchismo y… así piensan y son 7.821.000 españoles (o “nuevos españoles”) y 144.000 vascos (o “nuevos vascos”). Según la “ley de las afinidades” que puede enunciarse así “lo semejante se reconoce con lo semejante, lo semejante se une a lo semejante”, es normal que todos los españoles que piensan como Sánchez (“yo ante todo”) voten a Sánchez.

Aquí no caben teorías conspirativas, ni consideraciones sobre trampas electorales, aquí se impone el llamado “principio de Hanlon” que puede enunciarse así: “Nunca atribuyas a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez”. En función de este principio, desvinculamos a Sánchez de cualquier tipo de conspiración internacional “malvada”: Sánchez es, simplemente así; sería así aun cuando no existiera la “Agenda 2030” (Zapatero, en el fondo, era algo parecido e, incluso a él, podía aplicarse el “principio de Hanlon” con mucha más razón) o viviéramos en otra época en la que no existieran migraciones masivas (para él, atribuir a un inmigrante nacionalidad, pensión y beneficios de todo tipo, es un procedimiento para atraerlo hacia su bolsa de electores y lo mismo cabe decir del “salario social” para un ni-ni). De hecho, ha otorgado nacionalidad española y descendientes de los judíos sefarditas expulsados de España en el siglo XVI y a los nietos de los brigadistas internacionales que combatieron en la guerra de España… con el mismo propósito: aumentar la bolsa de votos.

Por lo mismo, no es por "maldad", sino por estupidez, por lo que unos cuantos millones de españoles votan a Pedro Sánchez y se reconocen en él y en los doce "principios" de su personalidad que hemos enunciado antes.

SÁNCHEZ Y MARRUECOS:
CUANDO NO HAY TEORÍA ALTERNATIVA,
LA “MALA TEORÍA” ES, SIN DUDA, LA CIERTA

Quizás, el único elemento de la política pedrosanchista que “no se puede explicar adecuadamente por la estupidez” es su política en relación a Marruecos. Cuando cambió su actitud sobre el Sáhara y dio un giro de 180º a su política en relación al Magreb, algunos pensamos que era una -otra- torpeza. Pero, desde entonces se han ido acumulando datos y más datos que sugieren algo más grave y que dan credibilidad a la hipótesis de que los servicios de inteligencia marroquíes conocen algo de las intimidades de Sánchez que le costaría el cargo.

En efecto, en ciencia se dice que “más vale una mala teoría que no tener teoría”. A fin de cuentas, si se tiene una “mala teoría”, mediante la crítica a esta se colabora en la construcción de una “nueva teoría” que, necesariamente debe estar más próxima a la realidad que la anterior. Es significativo que, hasta ahora, ninguna “nueva teoría” haya conseguido dar coherencia a una política tan absolutamente pro-marroquí que choca con los intereses geopolíticos e, incluso, con la “salud pública” de España.

En efecto, la presencia marroquí en Canarias es cada vez más asfixiante; el PSOE ha estado aliado de forma irracional (pero tradicionalmente) con “Coalición por Melilla” de Mustafá Aberchán (nacionalizado español en 1987) en varias ocasiones, la última en 2019. Sólo un año antes, Aberchán había sido condenado a dos años de cárcel (que no cumplió) por dos delitos electorales y un delito de estafa por compra de votos por correo en las elecciones al Senado de 2008, junto con el exsecretario general del PSOE de Melilla, Dionisio Muñoz. En 2023 se vio implicado en una nueva compra de votos por correo… Rabat para por votos melillenses. Pero, no es solo la islamización de Ceuta y Melilla lo que debe preocupar, sino también y muy especialmente, la de Canarias que prosigue a marchas forzadas.

Y luego está el asunto de la droga que viene de Marruecos, tema, en sí mismo, que es otra arma táctica de la guerra de baja cota que Marruecos libra contra España desde los años 80. No se entiende la política de Marlaska, que, con razón, puede ser considerado como el “peor ministro del interior de la historia de España”, en relación a la lucha contra el narcotráfico en el Estrecho: no se entiende la debilidad, la falta de órdenes expresas de actuar con más contundencia -las armas de fuego y los helicópteros, las unidades de la Marina de Guerra, están para algo- de su departamento en una zona por la que entra, no solamente hachís, sino, sobre todo, cocaína (que ya no puede entrar por Galicia). No se entiende que se hayan disuelto unidades eficientes de la Guardia Civil, que más de la mitad de lanchas de este cuerpo estén varadas por averías y todo esto sabiendo que el número de destrozos generado por la cocaína va creciendo más y más. Todo se ve mucho más claro cuando se sabe que el tráfico de drogas en Marruecos está directamente controlado por la corte del majzén a través de un miembro de la familia real marroquí.

Cuesta también entender las constantes ayudas económicas a Marruecos -desde los años 90- para contener la inmigración masiva y el hecho de que, cada vez está siga siendo más masiva. Dinero tirado a la basura. Por no hablar de las importaciones de frutas y hortalizas que llegan a la UE -y que podrían ser vetadas por los gobiernos españoles- cada vez de peor calidad, incluso regadas con aguas fecales y sobredosis de pesticidas cancerígenos prohibidos en la UE. Y, en un país en el que la “trazabilidad” es pura ficción. Todo eso, mientras la UE sepulta la agricultura europea con excusas estúpidas.

De ahí que la teoría conspiracionista que se sintetiza diciendo que Marruecos tiene atado por el escroto a Pedro Sánchez después de que se descubriera que la inteligencia marroquí utilizaba el Programa Pegasus que pinchaba, entre otros, los teléfonos de la presidencia del gobierno español, haya dejado de ser una “mala teoría” para que, a falta de otra mejor, interprete los cambios de gobierno español.

Y mucho nos tememos que, cuando se conozca este elemento -que todos sospechamos de qué puede ir- esos millones de españoles que siguen votándole, continuarán haciéndolo, legitimando la pregunta de “¿por qué votan a Sánchez” y su respuesta: “porque, de mayores, quieren ser como él”…





 

lunes, 22 de abril de 2024

ELECCIONES VASCAS: ASI VA CAYENDO LA SOCIEDAD VASCA...

“Empate entre Bildu y PNB”. “Sánchez salva momentáneamente la situación”. “La derecha asciende”. “Nada cambiará en Euzkalherria”… Son los titulares que pueden encontrarse hoy en la prensa nacional glosando las elecciones vascas. ¿Eso es todo? No, porque lo que interesa explicar no es el resultado, sino, más bien, dos elementos: ¿Cómo se ha llegado a él? ¿y cuál es la línea de tendencia? Y las respuestas evidencian el fracaso de una sociedad (la vasca y la española o, mejor dicho, la vasca por española). Porque el papel de los “nuevos españoles” ha sido determinante en el resultado.

LA DESNUDEZ DE LAS CIFRAS

Entre 1981 y 2006 la población española creció un 18’46%, mientras que en el país vasco descendía un 0,05%. La única provincia que no perdió población desde los años 70, fue Álava que tuvo siempre un crecimiento demográfico positivo. En cuanto a la inmigración, en 2017 el número de extranjeros residentes en el País Vasco era un 6,’5%, mientras que en el resto de España era casi el triple. Pero, a pesar de estas cifras, desde 1991 -cuando empezó a percibirse la presencia de inmigración en la sociedad vasca, la población pasó de 2.133.684 a 2.227.581 habitantes. Y este crecimiento de casi 100.000 habitantes, se ha debido EXCLUSIVAMENTE a la inmigración. Porque la natalidad en aquella región es una de las más bajas de Europa con 6 nacimientos por cada 1.000 habitantes (con una caída del 30% en relación a 2012).

Más datos demográficos. En 1975, cuando muere Franco, el índice de fecundidad era de 2’78. En 1996 llegó a 0’94 y solo a partir de ese momento se recuperó hasta llegar a 1’6. La explicación a la caída de natalidad entre 1975 y 1996 se debió, obviamente, a las 180.000 personas que huyeron del País Vasco a causa del terrorismo etarra, a lo que se unió la crisis generalizada de la industria -que repercutió con mucha más dureza en aquella región que ha perdido absolutamente toda su industria pesada- y un descenso generalizado de la natalidad en todo el Estado. Pero -y esto es lo importante- si desde 1996 empieza a subir el índice de fecundidad vasco, es gracias a la inmigración que empieza a llegar masivamente en España y por goteó en el conjunto vasco. En 2022 la proporción era de 1.938.232 vasco-españoles y 288,952 extranjeros (así como un número de entre 20 y 30.000 “nuevos españoles” con derecho a voto).

En otras palabras:

1) se ha producido un envejecimiento de la sociedad vasca (y con ella un estancamiento de votos del PNV: 349.960 votos en 2020 a 370.554 en 2024. ¿Un aumento? Si, pero debido a dos factores notorios: el aumento de 10 puntos en la participación que fue mucho mayor ayer que hace cuatro años, pasando del 52’86% al 62,52% y el “voto útil de la derecha” que se ha ido desplazando desde Ciudadanos e, incluso, desde el PP, al PNV.

2) ha irrumpido con fuerza el voto de los “nuevos españoles” que, ha sido “trabajado” especialmente por Bildu. Esto, unido a la muerte natural de Podemos y a la agonía de Sumar (que habían llegado a tener en 2016, 11 escaños, para quedarse con 7 en las siguientes y con apenas 1 ayer) explican el resultado de Bildu. A diferencia de en otras regiones, en el País Vasco, el voto de los “nuevos españoles” no se ha orientado ni hacia Sumar, ni hacia el PSOE.

¿QUIÉN HA GANADO?

Todos -salvo Sumar-, en realidad, pueden afirmar que “han ganado”. Y, de hecho, así es, si atendemos a los intereses de partido, pero, si se trata de los intereses del Estado o de la Nación, incluso de la autonomía vasca, las cosas son muy diferentes:

- PNV.- ha perdido 4 diputados, pasando de 349.960 votos a 370.554. El aumento de votos está vinculado a la llegada de votos procedentes de la abstención y del centro-derecha (Cs). En porcentaje ha descendido del 39,07% al 35,22%. No es ningún secreto que se trata de un voto “envejecido”. Gobernar con el PSOE no le ha reportado ventajas, sino una constante pérdida de influencia en la sociedad vasca.

- EH Bildu.- ha ganado 6 escaños, obteniendo los mismos que el PNV, pero con 30.000 votos menos. A pesar de que la cocina del CIS de Tezanos le daba como vencedor, deberá esperar aún cuatro años para el “sorpasso”. El 36,9% de ayer, frente al 27,86% de 2020, supone un aumento del 9%. Ningún otro partido puede alardear de un avance así: de 249.580 votos ha pasado a 341.735 votos. Esos votos han venido de tres caladeros: votos que fueron a parar a Podemos, votos de la inmigración y votos jóvenes.

-PSOE.- con 149.660 votos, un 14,22% y dos escaños más que en la anterior legislatura, la candidatura socialista no se ha visto afectada por los escándalos, ni por el “blanqueo de ETA”. En 2020, el resultado socialista fue de un 13,65% con 122.248 votos y 10 diputados. Esos votos de más proceden preferentemente del antiguo Cs.

- PP.- también ha subido en votos, pasando de 60.650 (6,77%) a 97.149 (9,23%). Votos llegados, indudablemente, de Cs y seguramente también de algunos electores socialista decepcionados.

- Vox.- igualmente puede alardear de “victoria” a pesar de haberse quedado con un 2’02% y 21.396 votos, lo que supone 4.000 votos más que en las elecciones de 2020 y una leve mejora en el porcentaje (en aquella ocasión obtuvo 17.517 votos y un 1,96%.

- Sumar.- El único derrotado ampliamente es Sumar cuyo antecedente, Podemos (que también se presentaba a las elecciones). La extrema-izquierda ha quedado desecha por estas elecciones: sus votos han transitado hacia opciones como el PSOE (los menos nacionalistas y los más moderados) y EH-Bildu (los más radicalizados). Su derrota es evidente en la desnudez de las cifras: de 72.113 votos, 6 diputados y un 8,05% de votos en 2020, mientras que ayer perdió algo más de la mitad de votos (quedándose con 35.092, un 3,34% y apenas 1 diputado). Resulta inevitable que este fracaso repercuta en el interior de la sigla y la imagen de Yolanda Díaz empiece a ser cuestionada.

¿LA INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS?

1) El nacionalismo y el independentismo dominan la política vasca.- PNV y EH Bildu, cada uno con 27 diputados, suponen 54 diputados del total de 85 del parlamento vasco. ¿Podrían ponerse de acuerdo nacionalistas y filoetarras para marchar hacia un proceso independentista? Casi imposible. Salvo en arrebatos puntuales, el PNV ya no está por la independencia vasca, es perfectamente consciente que una “Euzkadi independiente” sería inviable. Ya no hay industria pesada en la región, el sistema cooperativo hace décadas que está retrocediendo, la región vive… del turismo. No hay posibilidades de que las “provincias vasco-francesas” se unan. Incluso la incorporación de Navarra a la comunidad vasca, no es un objetivo prioritario para el PNV que se limita a “gestionar” el patrimonio.

2) Un resultado completamente diferente al gallego y completamente diferente al que se dará dentro de un mes en Cataluña.- Ambos partidos tienen un fondo nacionalista, pero el gran problema es que el PNV es la “derecha”, mientras que EH Bildu es la “izquierda”. Tal y como se configura el actual parlamento regional vasco, lo más probable es que se reedite la coalición PNV-PSOE, al menos en los primeros años de la legislatura. El único elemento común en las elecciones vascas y gallegas es que el socialismo es el tercer partido, y el hecho de que la “derecha” (PP en Galicia, PNV en País Vasco) y el “independentismo” (UPG en Galicia y EH Bildu en el País Vasco) son los elementos determinantes: polarización entre conservadores e independentistas. En Cataluña la situación será muy diferente: el nacionalismo (que presenta seis candidaturas, cada una preocupada por aparecer como más “fieramente independentista”) tendrá enfrente a la “derecha” (PP y Vox). En medio quedará el PSOE. Y aquí, en Cataluña, es donde verdaderamente Sánchez se juega su futuro: si no obtiene una victoria clara, su política de “renuncia preventiva” ante los nacionalistas, constituirá un fracaso. La diferencia es que, mientras que Galicia y el País Vasco el PSOE es tercera fuerza (a distancia de los “grandes”), en Cataluña -el único caladero de votos que le queda al socialismo español- quedar en tercera posición sería una catástrofe.

3) El resultado electoral es el resultado de las políticas nacionalistas.- La sociedad vasca sigue anestesiada, prefiere no pensar en su pasado, ni en los 800 asesinados por ETA, ni en su evidente desindustrialización, ni siquiera en su pequeñez (los que han acudido a voto, poco más de 1.000.000, es exactamente ¡un tercio! de la población de la ciudad de Madrid…), ni en su cambio demográfico, ni siquiera en la violencia que sigue presente en la sociedad vasca. El nacionalismo ha gobernado ininterrumpidamente en la región, ha aplicado sus políticas durante más de 40 años y el resultado no ha sido la “vasquización”, sino la “alucinación vasca”. Hay pocas regiones del Estado que tengan una conciencia tan errónea de sí misma, de su propia historia y de su pasado reciente, como la comunidad autónoma vasca. “Alucinación” es creer que lo inexistente o lo que fue, es la realidad. Y la realidad es que en 2020 casi el 50% del electorado se abstuvo de participar en las urnas y la abstención en 2024 ha sido igualmente alta: el 38%. El euskera es obligatorio en la enseñanza, a pesar de que, salvo en algunas zonas de Guipúzcoa y del norte de Navarra, se habla muy poco (nada en Álava, muy poco en Guipúzcoa).

4) Una sociedad que ya no es independentista.- La “alucinación” vasca llega a que los jóvenes confundan entre “independentismo” e “izquierda” y esto explica el porque el bloque nacionalista-indepe suma casi el 75% de los escaños, cuando solamente ¡el 18% de los vascos se declaran “independentistas”! En otras palabras, el votante vota sin reflexionar sobre a quién vota, sin ser coherente entre lo que vota y lo que cree… como en el resto de España. Pero lo cierto es que toda la inversión nacionalista en el terreno lingüístico (tanto en el País Vasco como en Cataluña), verdadera obsesión del nacionalismo, se ha revelado como un fracaso: los jóvenes son “nacionalistas”, incluso “independentistas” en el País Vasco… pero cada vez hablan menos euskera. Votan “abertzale” porque “es de izquierdas”, nada más, mucho más que por que sea independentista. Lo esencial, de todas formas, no es el votante (engañado inevitablemente por unos o por otros), sino la dirección de EH Bildu que tiene ínfulas de lograr algún día “la Gran Euzkadi” con Navarra y con las provincias vasco-francesas. Las encuestas sobre las posibilidades de independencia vasca indican a las claras que el ciudadano media no está por la labor. El PNV ya no es el del “plan Ibarretxe”, ni siquiera el sabiniano de “Dios y leyes viejas”: es un gestor de derechas conservador, algo horrorizado por los cambios que está teniendo la sociedad vasca y, mucho más, porque esos cambios, más que beneficiarle a él, benefician a su “competencia”, EH Bildu.

5) La derecha desunida e impotente.- A pesar de las declaraciones de victoria del PP, ganar un diputado no es, lo que se dice, un “exitazo”. Otro tanto cabe decir de Vox que se ha limitado a felicitarse por ganar 5.000 votos y conservar su diputada. El drama de la derecha española actual es que necesita unirse para derrotar al pedrosanchismo, pero las diferencias son abismales y siguen creciendo con las torpezas de Feijóo (aceptar entrar en el juego de la regularización de 500.000 inmigrantes, o no llamando a declarar a la esposa de Sánchez a la comisión de investigación del senado, o seguir afirmando que su política de pactos apunta sobre todo al PSOE, o su apoyo a Von der Leyen para que siga al frente de la UE…). El riesgo de Vox era que desapareciera en el País Vasco, después de no haber entrado en el parlamento gallego. Dos derrotas así corrían el riesgo de arrastrar en su caída a Vox en Cataluña y estancar su crecimiento en las elecciones europeas. Es importante que Vox siga presente (y, a la espera de “su momento” que sonará cuando gobierne Feijóo) en la política nacional, para condicionar y erosionar a la “derecha liberal”. Pero el drama es que, sin unidad de la derecha, sin un “programa común”, sin un desplome judicial del pedrosanchismo, éste puede agotar la legislatura trampeando, cediendo a unos y a otros, comprando el voto mediante subsidios y nacionalizando inmigrantes y dejando el país, antes o después, literalmente destrozado e inviable por el peso de la deuda y la losa que suponen millones y millones de pensiones no contributivas.

6) Nada cambiará en el día a día vasco.- seguirán gobernando en los próximos años los mismos que lo han hecho en los últimos años: PNV + PSOE. Es posible que para remontar su pérdida de votos, el PNV tienda a impulsar un “nuevo estatuto”… Pero es difícil redactar otro texto estatutario sin antes realizar una reforma “confederal” en el Estado. Por otra parte, el ridículo del “procés” catalán pesa como una losa en la mente de los dirigentes nacionalistas. Todo empezó con “el nou Estatut” de Maragall. Desde entonces, la política catalana ha ido cada vez más a la deriva y, lo que es peor, en ambos territorios la desindustrialización ha sido constante (en Cataluña, todavía, siguen yéndose empresas y la creación de la planta de fabricación de coches eléctricos -que cada vez se venden menos- de la china Chery, inaugurada por Sánchez en Barcelona, no compensa la pérdida continua de tejido industrial. La alegría de los socialistas vascos ayer era doble: por un lado, tenían la seguridad de seguir viviendo de la administración autonómica otros cuatro años, por otro reforzaban al pedrosanchismo.

7) ETA está “ganando la paz”.- ETA fue, policial y socialmente, vencida de forma inapelable. Gracias a Rodríguez Zapatero, una ETA arrinconada policialmente, derrotada, infiltrada, vencida, odiada y sin posibilidades de proseguir sus atentados, fue reivindicada y elevada al rango de “negociador” con el Estado. Ni se entregó el arsenal (para evitar la identificación de los autores de los atentados), ni cesó la violencia social en el País Vasco, la inmensa mayoría de crímenes o bien quedaron impunes o salieron a pocos años de cárcel por muerto… Zapatero, vale la pena no olvidarlo, fue el responsable del desaguisado. La legislación antiterrorista se relajó, los partidos independentistas empezaron a repuntar hasta hacerse imprescindibles para mantener al pedrosanchismo en el gobierno de la nación. ETA, por tanto, está “ganando la paz”… dando por sentado que la sociedad vasca esté “en paz” (que no lo está: y las agresiones contra los partidos constitucionalistas en esta campaña así lo confirmas, de la misma forma que sigue existiendo “presión psicológica” sobre los no-abertzales que optan por callarse y no opinar, lo que explica el 38% de abstención de ayer).

8) El caso alavés digno de comentarse.- EH Bilda ha obtenido en Álava 8 escaños, siendo la candidatura más votada, el PNV en segunda posición con 7, los socialistas con 4, mientras que el PP ha obtenido 4 y Vox 1. Lo sorprendente es que esta provincia era tradicionalmente el vivero de posiciones anti-independentistas, primero con Unión Alavesa y luego con Ciudadanos. Cabe decir que las medidas -más cosméticas que otra cosa- adoptada por el PNV han “vasquizado” a la provincia que hoy, mayoritariamente, ha votado a opciones nacionalistas. Casi puede decirse que el voto a la “derecha” estatalista es el último residuo de otros tiempos. También aquí cabe recordar que Álava tiene el 15,1% del total de la población vasca, pero el 17’8% (oficialmente) de inmigración (que en realidad es superior al 20% contando con los “naturalizados”). Entre 50 y 60.000 personas (del total de 338,765 de la provincia) han nacido en el extranjero. También en Álava, el “tirón” de EH Bildu se ha debido a la llegada masiva de “nuevos españoles” a las urnas.

CONCLUSIÓN: ¿HACIA DÓNDE?

En condiciones normales, un País Vasco, sumido en un proceso de desindustrialización creciente, cada vez más similar en su estructura económica al resto de España, viviendo del turismo, con una demografía autóctona menguante y una inmigración en aumento y en donde vota algo más de un millón de ciudadanos, debería de pesar poco en la política española. Pero la constitución del 78, otorgó a esta región y a Cataluña, la posibilidad de decidir cuando ningún partido estatalista alcanza la mayoría absoluta en las elecciones generales. Por otra parte, la importancia concedida al País Vasco en 1978 se debía a la acción de ETA y al intento de desactivarla mediante el concierto económico y un estatuto de autonomía de “máximos”. Pero la situación más de cuarenta años después, es radicalmente diferente: el RH vasco está cada vez más difuminado, el euskera es obligatorio en la enseñanza, pero se habla cada vez menos, la industria da paso al sector servicios de poco valor añadido… incluso la población se declara muy poco independentista (apenas un 18% en cifras aportadas por el sociómetro publicado por el propio gobierno vasco el 28 de marzo pasado; el 37% rechazaba cualquier forma de ruptura con España; un 35% estaría a favor o en contra “según las circunstancias”, incluso se apuntaba que solamente el 57% del electorado de EH Bildu es “independentista”…).

Estas cifras están en contradicción con los resultados electorales y con la composición del actual parlamento vasco que da la impresión de ser “independentista”. Pero, en realidad, la encuesta en cuestión demuestra la falta de “apoyo social” a la independencia, lo que, unido a la realidad socioeconómica vasca actual, hace prácticamente imposible que se inicie un proceso independentista. Pero el drama radica en que la rivalidad entre PNV y EH Bildu puede hacer que ambos partidos inicien una loca carrera para demostrar quién es más “abertzale”.

Pero si alguien esperaba que el pedrosanchismo saliera debilitado de estas elecciones, se ha equivocado, ha salido moderadamente reforzado:

- se ha tapado el fracaso del socialismo gallego.

- la campaña ha acallado los ecos del “caso Koldo” y del “caso Begoña”.

- el socialismo vasco ha evitado que el eje de la campaña tuviera que ver con la corrupción.

Poco importa que exista una alianza tácita entre Sánchez y Otegui, poco importa que el pedrosanchismo haya “blanqueado” a Otegui, a cambio de un apoyo en la gobernabilidad del Estado. Poco importa, en definitiva, que el pedrosanchismo gobierne España con el apoyo de la no-España. Todo eso pasa -para el elector medio- a segundo plano. Alardeando del “éxito” vasco del PSE (éxito muy relativo), el PSOE afrontará las elecciones catalanas (en las que un Illa, muy cuestionado por su gestión de la pandemia e implicado en el despilfarro de las mascarillas, está al frente de la candidatura), esperando obtener un resultado “aceptable” que pueda ser considerado como otro “éxito”, para afrontar las elecciones europeas… en las que todo se le presenta cuesta arriba. Sánchez cree en el cuento de la lechera y en que estas etapas electorales le permitirán agotar la legislatura. Cada vez más, Sánchez se parece un jugador de ruleta rusa con el tambor del revólver cargado con 3 balas. Del primer disparo (el vasco) ha salido airoso, lo del segundo (el catalán) es más problemático y decisivo (entre otras cosas porque Cataluña es el último caladero importante de votos del PSOE); pero, será milagrosos que salga airoso de las elecciones europeas.

¿Tensiones independentistas? El problema de todo nacionalismo regional es que, o desemboca en el independentismo o se deshincha. Con el resultado de ayer, el parlamento constituido podría ser considerado como “independentista”, pero la sociedad vasca lo es mucho menos. Como máximo aparecerán tensiones, especialmente por la competencia entre PNV y EH Bildu por el electorado “indepe”, pero una cosa es la batalla por el voto y otra muy diferente la decisión de marchar hacia un proceso secesionista. La sensación que da es que ambos partidos terminarán conformándose con seguir un proceso de “vasquización” (por mucho que no dé los resultados culturales y lingüísticos esperados), pero, al menos, si satisface su impulso nacionalista originario. La única originalidad en la política vasca de este momento es que la “derecha” es el PNV y la “izquierda” EH Bildu. ¿Y el PSOE? En una situación ambigua. El gobierno PNV-PSE se reiterará, unos para mantener lo que han gestionado desde hace 40 años, los otros porque sin el PNV en el País Vasco, no son nada y porque Sánchez precisa votos abertzales para mantenerse en Madrid.

El cuadro general que se da en el País Vasco tras estas elecciones confirma lo que podemos llamar "la decadencia vasca". La originalidad del caso vasco es que, ninguna otra sociedad en España ha cambiado tanto en los últimos 40 años, perdiendo tanta especificidad regional, a medida que aumentaban las inversiones en esa dirección... Pero, al igual que en el "caso catalán", esta pérdida de identidad se está realizando, especialmente, de la mano de partidos nacionalistas e independentistas. Una contradicción a meditar.

A nivel de Estado, los resultados -y en especial el aumento de EH Bildu- confirman que el eje central del debate político siguen siendo la polarización "derecha - independentismo", con la diferencia de que en el País Vasco, la "derecha" es el PNV. Una contradicción más en la política vasca que no deja de sorprender y que el propio PNV, consciente de la situación, pero también de sus orígenes y de su tradición, se preocupa mucho por ocultar y que no puede concluir más que en el agotamiento de su ciclo. Este concluirá cuando se produzca el "sorpasso" tan temido por los dirigentes nacionalistas y que auguraba Tezanos... No ha sido en estas elecciones, pero será en las siguientes...






viernes, 19 de abril de 2024

NO VIVIMOS EN LA ARCADIA FELIZ, SINO EN TIEMPOS DE EXCEPCIÓN

Ya he contado más de una vez que el “pare Valls”, el único padre escolapio al que llegué a apreciar, nos contaba cuando éramos párvulos, la diferencia entre “pecado venial” y “pecado mortal”. Y ponía como ejemplo la bata que llevábamos: cuando esa bata se manchaba por aquí o por allí, se lavaba y quedaba renovada, pero si, por el contrario, la bata estaba desgarrada, con costurones y remiendos por todas partes, desgastada por el uso, con manchas que se iban acumulando, no había remedio posible. Se tiraba y se compraba otra nueva. Aquel ejemplo se me quedó en la cabeza. Yo tenía entonces cinco años. Era 1957 y fue una de las primeras lecciones que recibí en el colegio de los Escolapios de la calle Balmes. Es hora de aplicar el mismo ejemplo a nuestro tiempo.

Hay situaciones “normales” que exigen abordarlas de manera “normal”. Por ejemplo, cuando alguien es detenido por un hurto. En una situación “normal”, cuando se da ese pequeño delito -pero muy molesto para la víctima- es razonable que el detenido disponga de una defensa jurídica eficiente, que reciba un trato esmerado en su detención y un juicio justo. Pero hay dos situaciones en las que esta política de “paños calientes” deja de ser efectiva: en primer lugar, cuando ese mismo delincuente ha sido detenido más de 100 veces y todavía está esperando que le llegue la citación para el primer juicio. En segundo lugar, cuando no es un delincuente, sino miles y miles de delincuentes los que operan cada día en toda nuestra geografía nacional.

Otro ejemplo: parece razonable que un inmigrante que entra ilegalmente en España pueda explicar los motivos que le han traído por aquí, incluso que un juez estime que son razonables, después de oír la situación que se vive en su país y que logre demostrar que es un perseguido político o un refugiado. Y parece razonable que ese inmigrante disponga de asistencia jurídica, servicio de traductores jurados y de un espacio para vivir mientras se decide sobre su situación. Y eso vale cuando el número de inmigrantes ilegales es limitado, pero, desde luego, no es aplicable en una situación como la nuestra en la que se han acumulado en poco tiempo, otros 500.000 inmigrantes ilegales. No puede esperarse a que todos los trámites policiales, diplomáticos y judiciales, se apliquen a cada uno de estos 500.000 inmigrantes, salvo que se multiplique por 20 el aparato de justicia. Y es que, cuando una tubería muestra un goteo ocasional, no hay que preocuparse excesivamente, pero cuando esa misma tubería ha sufrido una rotura y el agua sale a borbotones, no hay más remedio que actuar excepcionalmente: llamar al fontanero, cerrar la llave de paso, avisar al seguro…

Podemos multiplicar los ejemplos: no es lo mismo cuando en los años 60, un legionario traía un “caramelo de grifa” empetado en el culo, que cuando las mafias de la droga se han hecho con el control de determinadas zonas del Sur. En el primer caso, una bronca del capitán de la compañía bastaba para cortar el “tráfico”, en el segundo, como no se movilice la armada o se de a las fuerzas de seguridad del Estado potestad para disparar a discreción sobre las narcolanchas desde el momento en el que no atienden a la orden “Alto”, el problema se enquistará. De hecho, ya está enquistado. Y el problema es que hay que valorar qué vale más: la vida de un narcotraficante o la vida de los que consumen la droga que él trae, los derechos de un capo mafioso o bien el derecho de un Estado a preservar la buena salud de la sociedad. Si se responde en ambos casos que lo importante es “el Estado de Derecho y su legislación”, incurriremos en un grave error de apreciación. Esas normas, se han establecido para situaciones normales. Y hoy, España -de hecho, toda Europa Occidental- está afrontando situaciones excepcionales.

Vayamos a otro terreno: el que Ceuta y Melilla estén sufriendo desde hace 40 años un proceso de marroquinización creciente, puede ser fruto de la proximidad de ambas ciudades a Marruecos y al deseo de los sucesivos gobiernos de España de no empeorar las relaciones con el único enemigo geopolítico que tiene nuestro país, el “enemigo del Sur”. Pero, cuando se sabe que el narcotráfico en Marruecos está regulado por el majzén y por personas próximas al entorno de la familia real marroquí, uno empieza a pensar que la situación no es “normal”. Esa sensación aumenta cuando se percibe con una claridad meridiana que el Ministerio del Interior español no despliega fuerzas suficientes para cortar de raíz el narcotráfico con Marruecos y que, incluso, boicotea a los policías y a las unidades más eficientes en su tarea. Ítem más: lo normal hubiera sido, por ejemplo, que España mantuviera su política exterior en relación al Sáhara inconmovible (las políticas exteriores fiables son las que no cambian, nadie confía en un país con una política exterior oscilante y variable). Pero Pedro Sánchez la cambió en el peor momento: sabiendo que perjudicaba a Argelia, nuestro principal proveedor de gas natural. Y, además, en un momento en el que el conflicto ucraniano suponía una merma en la llegada de gas natural ruso. Pero lo hizo. Luego ha ido entregando créditos sin retorno, cantidades de material de seguridad, ha permanecido mudo ante las constantes reivindicaciones de “marroquinidad” de Ceuta, Melilla y Canarias. Y esto mientras el ministerio del interior se negaba a reconocer que la comunidad marroquí encarcelada en prisiones españolas es más que significativa o que el número de delincuentes magrebíes es en gran medida responsable del repunte solo en 2023 de un 6% en la delincuencia. O que Marruecos es el principal coladero de inmigración africana a España. O el gran exportador de droga a nuestro país: y no solo de “cigarrillos de la risa”, sino de cocaína llegada de Iberoamérica y a la que se han cerrado los puertos gallegos. Sin contar los viajes de la Sánchez y Begoña a Marruecos… Y, a partir de todo esto, podemos inferir que hay “algo anormal” en las relaciones del pedrosanchismo con Marruecos. Demasiadas cuestiones inexplicables que permiten pensar que se vive una situación en la que “alguien” oculta algo y no tiene más remedio que actuar así, no porque sea un aficionado a traicionar a su propio país, sino porque en Marruecos alguien podría hundir a la pareja presidencial sin remisión. Sí, estamos hablando de chantaje a falta de otra explicación.

¿Seguimos? Se puede admitir que los servicios sanitarios españoles apliquen la “sanidad universal” y que cualquiera que sufra alguna enfermedad en nuestro país, sea atendido gratuitamente. Aunque, de hecho, en todos los países que he visitado de fuera de la Unión Europea, este “derecho” no era tal: si tenía algún problema, me lo tenía que pagar yo, y en muchos, se me ha exigido entrar con un seguro de salud obligatorio. Pero, cuando llegan millones de turistas o cuando España se ha convertido en una especie de reclamo para todo africano que sufre cualquier dolencia, es evidente que la generosidad puede ser considerada como coadyuvante del “efecto llamada” y que, miles y miles de personas querrán aprovecharse de ello. Todo esto en un momento en el que para hacer un simple análisis de sangre en la Cataluña autonómica hay que esperar dos meses y para hacer una ecografía se tardan nueve meses, sin olvidar que hay operaciones que se realizan con una demora de entre siete meses y un año. Una vez más, lo que es razonable en períodos “normales”, es un suicidio en épocas “anómalas”.

Hubo un tiempo “normal” en el que el gobierno español construía viviendas públicas. Ese tiempo hace mucho -décadas- que quedó atrás. Hoy, ni ayuntamientos, ni autonomías, ni por supuesto el Estado están interesados en crear vivienda: han trasvasado su responsabilidad a los particulares. “¿Tiene usted una segunda residencia?” Pues ahí puede ir un okupa. En Mataró -meca de la inmigración en el Maresme- hay en torno a medio millar de viviendas okupadas. Así resuelve el pedrosanchismo el “problema de la vivienda”… Esta semana se me revolvieron las tripas cuando un okupa que había robado la vivienda de una abuela de ochenta y tantos años, decía con chulería a los medios que “conocía la ley de los okupas”. Eso es hoy “normal”, lo verdaderamente anormal es que los vecinos y el enjambre de periodistas que acudió a cubrir el “evento”, no hubieran expulsado al par de okupas manu militari y restituido la vivienda a la que había sido vecina de toda la vida.

Un penúltimo ejemplo: si un régimen autonómico podía ser razonable en 1977 para Cataluña o el País Vasco, lo que ya no fue tan razonable fue lo que vino después de la mano de UCD: “el Estado de las Autonomías”, una verdadera sangría económica que se podría haber evitado.
Hubo un tiempo en el que se reconocían más derechos (“fueros”) a las provincias que habían demostrado más lealtad; hoy, en cambio, son las regiones que repiten más veces en menos tiempo la palabra “independencia”, las que se ven más favorecidas por el régimen autonómico. También aquí ocurre algo anómalo.

Y ahora el último: si se mira el estado de nuestra sociedad, de la economía de nuestro país, del vuelco étnico y antropológico que se está produciendo con una merma absoluta de nuestra identidad, si se atienden a las estadísticas que revelan el fracaso inapelable de nuestro sistema de enseñanza, el aumento no del número de delitos, sino especialmente del número de delitos más violentos, a la pérdida continua de poder adquisitivo de los salarios, al salvajismo de la presión fiscal y a la primitivización de la vida social, a la estupidez elevada a la enésima potencia vertida por los “gestores culturales”, a la corrupción política que desde mediados de los años 80 se ha convertido en sistémica, unida al empobrecimiento visible del debate político y de la calidad humana, moral y técnicas de quienes se dedican hoy a la política o a las negras perspectivas que se abren para la sociedad española en los próximos años, y así sucesivamente… lo más “anómalo” de todo esto que la sociedad española no reaccione y que individuos como Pedro Sánchez sigan figurando al frente del país y de unas instituciones que cada vez funcionan peor o, simplemente, han dejado de funcionar hace años.

Vale la pena que la sociedad española empiece a meditar con el hecho de que, si aspira a salir de su estado de crisis, no va a poder hacerlo por la “vía normal”. El cáncer está tan extendido que, hoy incluso podría dudarse de la eficacia del “cirujano de hierro” del que se hablaba hace algo más de 100 años. Lo único cierto hoy, es que, para salir de situaciones excepcionales, hacen falta, hombres excepcionales dispuestos a asumir medidas de excepción y a utilizar, de manera implacable, procedimientos de excepción que no serían razonables en situaciones “normales”, pero que son el único remedio cuando las cosas han ido demasiado lejos.

Esta reflexión es todavía más pertinente en el momento en que se ha rechazado la petición de extradición formulada por el gobierno de El Salvador, de un dirigente “mara” detenido en España. La extradición se ha negado con el argumento de que en el país dirigido por Bukele “no se respetan los derechos humanos”. Bukele entendió lo que hay que hacer para superar una situación excepcional: en dos años El Salvador pasó de ser el país más inseguro del mundo a ser un remanso de paz, orden y prosperidad. Porque, en una situación “normal”, los derechos de los ciudadanos, están por delante -muy por delante- de los derechos de los delincuentes. Priorizar los derechos de estos por encima de los de las víctimas, es precisamente, uno de los signos de anormalidad.

Se precisa una revolución. Nada más y nada menos. ¿Para qué? Para restablecer estándares de normalidad (esto es, todo lo que fortalece, educa y constituye el cemento de una sociedad), excluyendo todos los tópicos que nos han conducido a situaciones anómalas y que han demostrado suficientemente su inviabilidad. “Revolución o muerte”… sí, o la sociedad y el Estado cambian radicalmente, o se enfrentan a su fin. Tal es la disyuntiva.